HELICÓPTEROS

Desde que Juan de la Cierva inventó en 1923 el Cierva C.4, primer autogiro que funcionó medianamente bien, ha llovido mucho. Algunos helicópteros ahora, cien años después, rebasan velocidades de 300 km/h, con una autonomía ultra mil kilómetros y techo de vuelo por encima de seis. Por el camino, Jean Boulet sobrepasó en 1972 los 12.000 metros de altura, ascensión imbatida, y al fallar el motor descendió con la fuerza del aire atravesando el rotor, en la mayor autorrotación de la historia. En 2005, Didier Delsalle hizo dos veces cima sobre el Everest marcando un récord que al menos en la Tierra no se puede superar, salvo por la cumbre Whymper del Chimborazo. En las últimas décadas, además, surgen los convertiplanos, que pueden girar sus aspas para funcionar como aviones o helicópteros. Pero ¿qué tiene de fantástico el helicóptero? ¿Por qué a tanta gente nos fascina? Presenta tres ventajas respecto al avión, puede elevarse verticalmente como un cohete, sostenerse en el aire y posarse en lugar de aterrizar. En vez de imitar el vuelo de las aves, imita el de los insectos voladores y colibrís. Es uno de los vehículos más peligrosos, paradójicamente de los que más vidas salva, y uno de los que más nos ilusionan.